Saltarse al contenido
Fadi.to

La interpretación sesgada

Toda interacción se basa en información, desde la comunicación química entre bacterias, el color de las flores o el lenguaje humano que ahora mismo estoy empleando. Entre seres humanos, el único lenguaje con objetividad compartida y universal son las matemáticas -y de momento no constituye una forma efectiva de transmitir opiniones o emociones. Son objetivas porque existe un consenso ‘absoluto’ sobre su significado, funcionando como un sistema cerrado que se deriva de sí mismo, al contrario de lo que ocurre con la comunicación verbal o escrita.

Cada palabra, frase, entonación o gesto está invariablemente teñido por la subjetividad de la vivencia personal y egocéntrica de cada individuo. La connotación que damos a la información recibida, filtrada a través de nuestro sesgo personal, hace que todo y nada sea verdaderamente juzgable, salvo que exista un laborioso ejercicio previo de definiciones o una exposición prolongada que permita comprender estas connotaciones de forma tácita.

Expresiones como ‘para mí tal palabra significa esto’ o ‘me suena mal porque…’, evidencian esta realidad, especialmente notable entre personas que no se conocen bien. La comprensión profunda suele surgir tras una exposición mutua prolongada, ya sea por el tiempo compartido o por la inmersión en el pensamiento del otro, como ocurre al leer mucho a un mismo autor.

Para reducir (ya que evitar es imposible) esta subjetividad, podríamos extender infinitamente las definiciones y explicaciones, pero esto resultaría poco práctico y contraproducente con el fin mismo de compartir. Por tanto, dada la brevedad de la conexión que establecemos aquí si no nos conocemos, aceptemos cierto margen de error y captemos la esencia del contenido, para integrarlo con nuestro propio conocimiento y así enriquecer nuestra comprensión personal de lo que consideramos verdad.